LA SOCIEDAD NECESITA EL TOUR DE FRANCIA

Al Tour, tan francés, le gusta la imagen esa de los cuentos de Astérix, todo el mundo ha sucumbido a la conquista romana, pero, no, una pequeña aldea gala resiste. La aldea, claro, es el propio Tour, que mira a su alrededor y solo ve desolación y ruina, ni Juegos, ni Eurocopa, ni Roland Garros, ni Wimbledon, ni Open ni Masters… Pero de París, de la sede de ASO, la empresa organizadora del Tour, ni un suspiro, ni una sola señal de que piensen que la carrera que simboliza como ninguna todo el ciclismo no comenzará el sábado 27 de junio en Niza, como estaba previsto.
“El Tour resiste, en efecto”, dice Javier Guillén, el director de la Vuelta, otra carrera ciclista organizada por ASO que tampoco ha renunciado a comenzar en la fecha prevista, el viernes 14 de agosto en Holanda. “Pero no lo hace por egoísmo, sino por salvar el ciclismo. Trabajamos para salvar a los equipos y a los ciclistas, sobre todo. Los organizadores podemos suspender una carrera y asumir las pérdidas mejor o peor, pero si a los equipos les suspenden todas las carreras, en qué escaparate van a enseñar la marca de su patrocinador. Y si los patrocinadores no reciben impactos, dejarán de pagar el patrocino, ¿y de dónde iban a recibir el sueldo los ciclistas?”
Pero, más allá, de catastrofismos genéricos y grandes tragedias de la humanidad, es la concreta y pequeña economía del ciclismo, un deporte que siempre ha vivido en el alambre, lo que está en peligro, tan distinta de la de otros deportes que cuentan con taquillas o con derechos televisivos repartidos o cuyos protagonistas reciben generosos premios y primas de participación. Una economía que no se puede redimensionar, como ocurre con la burbuja del fútbol. “Como no controlamos la situación, como no depende de nosotros lo que se pueda o no hacer, vivimos día a día”, dice Guillén. “La vocación de las tres grandes, que son las que más exposición generan para el ciclismo, es hacerlas de 21 días, cada una, incluido el Giro, que ya fue aplazado. Podríamos alargar la temporada hasta todo el mes de noviembre y aunque con retraso todas se podrían correr y gran parte del calendario más importante. Cualquier escenario es posible pero no se puede aventurar nada si no hay certidumbres”.

Un patrocinador tipo calcula que el 40%-45% de los impactos de marca que le benefician los recibe del Tour, y otro tanto de la carrera de tres semanas de su país. “Siempre sería un palo muy gordo”, dice otra fuente, conocedora del mercado, “pero sería más gordo para las marcas que se estén construyendo ahora en el ciclismo, como Ineos, NTT o CCC, que para otras, como Movistar, por ejemplo, que llevan muchos años en el ciclismo y tienen muy alta la asociación de su marca con una serie de figuras. Y si no hay más deporte que haga la competencia, como las motos, que beneficien a otros anunciantes, menos drama”.

“El 60% de la temporada”

“La Vuelta necesita que se haga el Tour y lo necesita todo nuestro deporte y toda la sociedad. Si se salva el Tour, se salva un 60% de nuestra temporada”, dice Unzue, que reconoce que mientras algunos de sus sponsors técnicos, como los fabricantes de ropa, bicicletas o materiales diversos, le han hecho llegar su preocupación o las dificultades que están pasando, Telefónica solo le ha enviado el mensaje de que no es el momento de hablar y de que todo sigue como estaba. “Nos han dicho que no es el momento de poner nerviosa a la gente innecesariamente”, dice Unzue, que asume que alguna reducción salarial será necesaria.

Según José Luis de Santos, presidente del sindicato de ciclistas, en España solo el equipo Burgos ha presentado un ERTE del 70% del salario de sus ciclistas mientras sigan sin poder competir. “Sé que en el extranjero, algunos equipos WorldTour, como el Bahréin, el Astana o el CCC, también han anunciado impagos o reducciones, pero los corredores españoles que estén en ellos no están dados de alta en la seguridad social y no se pueden acoger a las ayudas”, dice De Santos. “Será la UCI la que gestione sus problemas con los avales que depositan los equipos”.

“Todos los sectores, patrocinadores, equipos, corredores, organizadores, tenemos que ser generosos”, afirma Guillén, quien, como todos, espera en un refugio el final del bombardeo para, una vez fuera, y comprobados los daños, empezar a actuar para seguir adelante. “Los ciclistas”, dice De Santos, “están así al menos. No piensan en sí mismos, en sus entrenamientos. No reclaman poder salir a entrenarse a las carreteras. Lo único que les preocupa es el gran problema sanitario y solo esperan que se solucione cuanto antes”. Fuente:elpais

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