¿Sabes qué se hace con las MotoGP de marcas japonesas cuando ya no se usan?

Por curioso que resulte, es más fácil encontrar un F1 que una MotoGP, y esto es por un motivo: las marcas japonesas destruyen prácticamente todos sus prototipos.

Sí, tan duro y doloroso como lo lees. Algunas de las mejores motos de la historia y probablemente, varias de las GSX-RR 2022 terminen sus días como chatarra. Solamente alguna unidad afortunada pasará a formar parte de algún museo e, incluso, puede que lo haga sin motor.

¿El motivo? El dinero. Tal como funcionan las cosas en Japón, al acabar el año fiscal estas motos pasarían a ser un activo y, por tanto, habría que pagar impuestos por ellas. Aunque desconocemos las cifras, es muy probable que sean excesivamente altas como para mantenerlas por capricho. Así de dura y triste es el final de estas motos.

En el caso de las Suzuki, la moto de Alex Rins de 2020 sabemos que está en la casa de Andorra del piloto catalán y también sabemos que reclamó la moto de 2022, aunque por ahora sabemos que primero regresará a Japón y luego, si Álex la quiere tendrá que comprarla y hacerse cargo de todo lo que implique. Afortunadamente, en Europa las cosas son distintas y por ese motivo tanto KTM como Ducati ponen a la venta sus motos directamente. Y también hemos visto en algunas páginas de coleccionistas incluso alguna Aprilia.

Además, como las motos de Ducati están varios años funcionando y pasan del equipo oficial a los satélites, la inversión está mucho más amortizada que en el caso de los japoneses. Aun así, cuando uno compra una MotoGP en muchos casos firma en un contrato que jamás la arrancará ni rodará con ella. Mucho dinero para tener una estatua de lujo, ¿no crees?

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