Su abuelo montó un imperio y perdió todo a manos de los nazis, su padre revolucionó el Rally Dakar y él lo ganó dos veces en Argentina: “Es un país fantástico”
Mano a mano con Gerard De Rooy, heredero de la “Dinastía” neerlandesa de camiones. De crear una empresa familiar a ser referentes en la carrera más dura del mundo. Cómo trabaja su equipo con una flota de “Gigantes”
Hace cien años Gerard De Rooy I fue un visionario en los Países Bajos, ya que comenzó con un emprendimiento de carros a caballos. Luego se convirtió en una empresa familiar de transporte de camiones que llegó a ganar el Rally Dakar en los “Gigantes”. Su hijo Jan y su nieto Gerard II, heredaron la pasión por esta clase de vehículos que genera impacto en la carrera más dura del mundo. Infobae habló con el menor de la “Dinastía”, que explicó el amor de su familia por los “Trucks” y recordó con cariño las carreras en la Argentina.
Oriundo de Eindhoven, su abuelo llegó a forjar una flota de camiones en un negocio que sigue siendo prolífico. En 1943 nació su hijo Jan, pero con la ocupación alemana los De Rooy perdieron todo y el ejército Nazi le confiscó sus camiones. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial Gerard se rehizo y con mucho sacrificio logró volver a poner en pie su empresa. En los sesenta fue Jan el que tomó las riendas de la compañía.
Jan fue el responsable de hacer crecer la empresa y ser referencia en su país. Pero no se conformó solo con ello, ya que la llama de la velocidad fue más allá y se animó a correr en motos, autos de turismos y sus conocimientos en preparación de camiones lo hizo querer correr el Rally Dakar y ganó en 1987 con el mítico DAF TurboTwin, el camión más rápido en la historia de la carrera más dura del mundo, que llegó a ganarle a los autos. También preparó en 1984 el “Monstruo de dos Cabezas”, un DAF con doble cabina en los extremos.
A su vez alternó la paternidad, ya que el 21 de junio de 1980 vino al mundo su hijo, Gerard, a quien le transmitió el amor por el deporte motor y los camiones, en particular. Ambos corrieron en la primera edición sudamericana del Rally Dakar y fueron 9° -Jan- y Gerard completó el podio en pleno dominio de los rusos de Kamaz. Sin embargo, pudo ganar dos veces en la Argentina, en 2012 y 2016, sendos éxitos a bordo de un Iveco. Guarda un grato recuerdo de nuestro país.
“La antigua empresa de transporte de mi abuelo está cumpliendo cien años. Mi abuelo inició el negocio y en 1968 mi padre asumió el mando, Al principio también trabajábamos transportando tractores, pero ahora solo materiales y principalmente mercadería”, le cuenta Gerard a este medio.
Mientras tanto, Gerard observa los trabajos sobre los camiones de su escudería que se convirtieron en los vehículos a batir en la categoría. Una veintena de mecánicos les meten mano a los cinco gigantes luego de una de las etapas y realizan el mantenimiento para afrontar otra dura jornada. Entre los camiones aparece el mítico “Monstruo de dos Cabezas”, que participa en la categoría de los vehículos clásicos.
Sin embargo, a sus 43 años se bajó del camión de carrera y está a cargo de su equipo que presta servicios para quienes quieren correr. Ante la salida de Kamaz el año pasado a causa de la invasión rusa a Ucrania, la escudería De Rooy quedó como la más fuerte y este año buscan repetir la victoria conseguida en 2023 por otro neerlandés, Janus Van Kasteren, quien se encamina a repetir su festejo a bordo de un Iveco.
La asistencia en un campamente del Rally Dakar en el equipo de De Rooy, con cinco camiones, incluido el emblemático “Monstruo de dos Cabezas” (doble cabina en sus extremos), creado por su padre Jan
“Llegó un momento en el que ya no disfrutaba tanto correr. Por eso ahora me gusta fabricar camiones, alquilarlos y prepararlos para otros conductores. Todavía sigo probando, entrenando a los pilotos y dándoles consejos sobre lo que pueden hacer”, explica.
Sobre la baja de Kamaz, los más ganadores de las últimas dos décadas,sostiene que “es un poco de política. Se trata de política. Por un lado, no me gusta que no estén aquí porque son los principales rivales, son los mejores rivales que se pueden tener. Pero, por otro lado, Rusia está creando un gran caos en el mundo. Kamaz cuenta con el apoyo del gobierno ruso, así que desde ese lado estoy de acuerdo en que están excluidos”.
En tanto que guarda un gran recuerdo de Argentina y quiere volver como turista acompañado de sus hijos. “La primera vez que pude ganar fue en 2012. Fue fantástico. La segunda vez fue en 2016. Todos los años en Sudamérica fueron muy lindos y tengo muy buenos recuerdos de Argentina. Está un poco lejos para nosotros y mis hijos todavía son demasiado pequeños, pero seguro que me iré de vacaciones con la familia a Argentina, porque es un país fantástico. Tenía muy buenos recuerdos de las etapas allí. Entonces fue realmente genial”, confiesa.
Además, destaca que el calor del público en nuestro país y otros de Sudamérica que fueron sede como Chile, Perú, Paraguay y Bolivia. “Recuerdo en los tramos había mucha gente que saludaba y animaba a todos los participantes. Que miles de personas en el camino. Ésa es la atmósfera, la generosidad de la gente fue algo genial”, subraya.
Gerard De Rooy con el Iveco en pleno centro porteño. El neerlandés echa de menos el calor del público argentino (Getty)
“Lo de Sudamérica fue realmente agradable. Realmente bueno. Ahora es otra cosa, con poco público siguiendo la carrera. Acá (Arabia Saudita) vas siempre por el mismo lado, desierto, piedras o pasás rocas”, añade.
Pero, ¿qué significan los camiones para él? “Los manejo desde los diez años. Los camiones son lo más importante para mi y mi padre. Tenemos el negocio de transporte y también corremos. Él corrió su primer Rally Dakar en 1982 y mucha gente lo sigue, de diferentes edades. En nuestro país también hay una cultura fuerte por los camiones y por eso tenemos varios pilotos corriendo”.
Los camiones comenzaron a correr en el Rally Dakar por la espectacularidad de ver a estos gigantes a fondo, trepando una duna o pasando por lugares donde otros vehículos quedan atrapados. Si bien por un tema de seguridad su velocidad no puede superar los 140 km/h, brindan un show único por su inmensidad y el rugir de sus motores de 1.000 caballos de potencia.
Esa tradición familiar de los De Rooy y en especial su pasión por los camiones permitió pasar de aquel emprendimiento inicial de carros tirados a caballos a una empresa líder de transporte en los Países Bajos y ser hoy la referencia en esta categoría del Rally Dakar.