Cocaína, cloroformo y etapas de hasta 16 horas: la historia del Tour de Francia más salvaje

La edición de 1924, que dominó el italiano Ottavio Bottavecchia de principio a fin, es recordada como la más extrema de la historia

El Tour de Francia es la carrera ciclista más importante del mundo. Está considerada una de las tres grandes vueltas junto al Giro de Italia y La Vuelta a España, pero siempre ha sido más reconocida que estas dos últimas. Durante tres semanas en julio, los Pogačar, Vingegaard y compañía, acaparan toda la atención del mundo del deporte para ver quien se corona como rey del ciclismo en los Campos Elíseos. Pero desde que se celebró la primera edición en 1903, han cambiado muchas cosas…

La edición de este año consta de 21 etapas, recorriendo 3.350 kilómetros. 176 ciclistas divididos en 22 equipos buscarán ponerse el maillot amarillo en París, en un Tour que abre sus fronteras y visita Suiza, Bélgica y Dinamarca, donde se celebraron las tres primeras etapas. La más larga recorre 219 kilómetros y hay dos contrarrelojes. Son características ya habituales en las últimas grandes vueltas, pero se diferencia mucho de las primeras ediciones del Tour de Francia.

Hay que remontarse al año 1924 para ver la edición más extrema del Tour. Dista mucho del ciclismo actual, que ya es muy sacrificado por su exigencia física, pero no tiene nada que con las condiciones en las que se pedaleaba hace ya casi 100 años.

A través del libro Los forzados de la carretera: Tour de Francia 1924, Albert Londres, periodista francés pionero en el periodismo de investigación, cuenta cómo malvivían los ciclistas.

El dopaje no estaba ni regulado ni mal visto, ya que, en ocasiones, era necesario para poder mantenerse en carrera. Cocaína para los ojos, cloroformo para las encías o diferentes tipos de píldoras eran algunos de los remedios que utilizaban para aliviar el esfuerzo titánico diario.

Y es que la carrera, dividida en 15 etapas (como ahora), tenía una distancia total de 5.400 kilómetros, mucho más que los 3.350 kms que recorren en la actualidad en 21 tramos. Las etapas, que ahora no duran mucho más que cuatro horas, llegaban hace cien años a las 16 horas, lo que provocaba que muchos ciclistas tuvieran que abandonar o directamente desaparecían. Además, participaban muchos amateurs, que llegaban cuando ya era de noche, si es que llegaban… La única diferencia es que antes había un día de descanso entre cada etapa, mientras que a día de hoy cuentan con tres jornadas de descanso durante toda la carrera.

En ocasiones, los coches embestían a los ciclistas, además de levantar una polvareda que provocaba que se originara barro en la boca de los ciclistas al entrar en contacto con la saliva. Esto hacía que se tuvieran que equipar de cucharas para poder sacarse el barro de la boca.

La etapa entre Les Sables y Bayona, de aquella edición, es una de las más recordadas. Dio comienzo a las diez de la noche y finalizó a las seis y media de la tarde del día siguiente. 150 ciclistas salieron de Les Sables, pero solo un tercio de ellos (60) llegaron a la meta, ya que muchos abandonaban o desparecían durante la etapa.

Pasaban tres veces más tiempo sobre la bicicleta que en la actualidad

El vencedor de esa edición fue Ottavio Bottecchia, primer italiano en ganar el Tour de Francia. Acumuló más de 226 horas sobre la bici, una cifra que minimiza las cerca de 82 horas de Pogačar en 2015. Su dominio en la montaña le permitió distanciarse del resto durante las etapas pirenaicas, para finalizar con más de 35 minutos de ventaja con el segundo, Nicolas Frantz, y una hora y media con el tercero Lucien Buysse. Hay que destacar que el ciclista italiano mantuvo el maillot amarillo de principio a fin, pese a su superioridad en los puertos.

Una curiosidad sobre esta edición es la existencia de una norma que decía que los ciclistas tenían que acabar la etapa con la misma ropa con la que la habían empezado. Henri Pélissier, vigente campeón, era investigado por comenzar las madrugadas con varias camisetas, que se iba quitando a medida que iba subiendo la temperatura. La norma había sido introducida con el fin de que todos los ciclista

s, que llevaban camisetas patrocinadas por la Sportive, no desperdiciaran el material. Pélissier se negaba, asegurando que las camisetas no se las proporcionaba ningún patrocinador, sino que eran suyas. Finalmente, con un gran enfado con la organización, abandonó, y se reunió con Albert Londres para exponerle las condiciones en las que participaban los ciclistas.

Cuando finalizó la carrera, Henri Pélissier envió una carta a la revista comunista Humanité, escribiendo que él aceptaba «el cansancio, el sufrimiento y el dolor» como parte de la profesión de ciclista, pero exigía ser tratado como un ser humano. A pesar de esto, la organización del Tour de Francia mantuvo la fórmula de hacer que los ciclistas corrieran de manera individual hasta el 1930, cuando aceptó que los ciclistas se unieran en equipos e introdujo los equipos nacionales. El número de etapas fue aumentando con el paso de los años, así como la distancia que se recorría en cada una de ellas iba disminuyendo. Bottecchia ganaría el Tour de Francia de nuevo en 1925. El subcampeón, Nicolas Frantz, ganaría los de 1927 y 1928, repitiendo en 1928 la hazaña de Bottecchia de 1924 al llevar el maillot amarillo de principio a fin de la carrera.

Fuente ABC deportes

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